lunes, 28 de junio de 2010

Spanglish: una media verdad o una gran mentira

El spanglish es una exageración cultural que ciertos intelectuales quieren hacer creer, se trata de una nueva lengua. En mi humilde entender, un idioma debe tener ciertas características, como un alfabeto y una gramática que lo explique y estudie. El spanglish creo, no llega ni a dialecto, pues es una serie de barbarismos que los hispanos parlantes en Estados Unidos usan para comunicarse. 

Hay dos fenónemos en esto del spanglish: el primero, es el salto que los latinos nacidos en este país hacen del inglés al español cuando conversan y segundo, es la hispanización de algunas palabras inglesas que los inmigrantes latinos hacen para comunicarse. Se trata de dos situaciones distintas.

Los hijos de los inmigrantes latinos aprenden el español en su hogar, donde lo hablan durante los primeros años de vida, pero luego, cuando comienzan su educación formal en la escuela, suelen relevarlo a segundo lugar después del inglés. El español poco a poco se va abandonando y en la adolescencia es cuando ocurre el salto definitivo hacia el inglés, pero aún así, hay muchas palabras muletillas del español que se siguen usando en esta edad.

En los jóvenes latinos, el español sólo se habla en casa y muchos ni siquiera lo hablan, sino que sólo lo escuchan, por lo que hay muchachos que se les dificulta articular oraciones largas en lengua española. Aparte de eso, el español es un idioma “looser” para muchos de ellos, por lo tanto, cuanto más claro sea el color de la piel, más se pretenderá que no se es latino.

El segundo fenómeno del llamado spanglish, es el caso de los inmigrantes latinos que hablan exclusivamente español y que de pronto se encuentran en un país de habla inglesa que es muy discriminatorio de las minorías. Por alguna razón, han comenzado a hispanizar verbos y sustantivos ingleses al uso español, que a veces adquieren significados y giros idiotas y ridículos en nuestra lengua, pero que a fuerza del uso, se hace común. Por ejemplo, market: marqueta. Mop: mapear. Call back: llamar pa´tras. Vacuun: vacunar. Lock: laquear. Carpet: carpeta. Truck: troca. Parking: parqueadero. Push: puchar, etc.

Los nuevos inmigrantes latinos, aún cuando tengan muy bien definido su idioma, al llegar a este país, se ven obligados a usar estos verbos y palabras por la presión de grupo, de lo contrario se deben de ver en la penosa tarea de explicar el buen uso de la palabra, que muchas personas no tienen la paciencia ni la conciencia idiomática de considerar, y entonces, se vuelven reproductores de la corrupción idiomática que es especialmente escandalosa en la ciudad de Los Angeles.

Entonces, hay dos situaciones muy claras en esto del spanglish que muchos de sus promotores no toman en cuenta y se dejan llevar por sus fantasías de un nuevo idioma surgido en Estados Unidos, surgido de la mezcla de dos culturas, de dos lenguas. Quizá, su razonamiento sea un tanto patriótico y a la vez, etnicista, (una ambivalencia que padecen muchos latinos en este país), pero que en la vida práctica, no tiene solidez.

A mi entender, este fenómeno irá desapareciendo con el paso del tiempo, pues es un hecho que el idioma inglés, extaoficialmente oficial en este país, se impone a las lenguas de las minorías. La lengua española irá desapareciendo conforme los inmigrantes vayan muriendo y sus hijos vayan adquiriendo y heredando la nueva lengua a sus descendientes. No veo a ningún hijo de anglosajones dentro de veinte años diciendo que va a “vacunar la carpeta”. A lo sumo, que quiere comer “tacos” o “pupusas”.

Por su parte, muchos intelectuales hispanohablantes, ven a Estados Unidos como un territorio salvaje a conquistar y por eso es que se alarman por el “surgimiento” de una nueva lengua y sienten que sus “adelantados”, no hacen lo suficiente en difundir el idioma de la Madre Patria en estos vírgenes terrenos. El problema es que esos adelantados no han sido muy fieles a la “corona” y han preferido mezclarse entre los nativos. 

Yo creo que al final, el inglés se impondrá en un territorio que ya sabíamos estaba perdido desde hace más de 200 años. Quizá, dentro de muchos años, algún jovencito se preguntará por qué su estado se llama California, y empezará a descubrir pistas en Don Quijote de la Mancha.

lunes, 5 de abril de 2010

Caminaba por el centro de Los Angeles cuando...

...decidí sacar mi camarita digital y hacer algunas tomas curiosas:











jueves, 11 de marzo de 2010

Les dejo la entrevista que me hicieron respecto a mi novela

Hola amigos,  la entrevista que el colega Berne Ayala me hizo para su revista cultural "Expedición Americana" en internet. Pueden leerla directamente en: http://www.expedicionamericana.com/entrevistamariomartinez.html
 
¿“Solo para damas” es un tema sugerente. De dónde la idea?

Bueno, la idea la tuve cuando compartía un apartamento en Colonia Zacamil con un amigo. La noche anterior él había llevado a alguien a dormir, en la mañana siguiente yo estaba en la sala viendo televisión cuando se levantó. Yo le pregunté que dónde estaba su amante y él me dijo que dormido en la cama. Luego se me vino a la cabeza que qué pasaría si estuviera muerto, ahí estuve un rato meditando en el sofá en las complicaciones legales que se tendría si uno amaneciera con una persona muerta en la cama. Esa idea me pasó rondando la mente por semanas, pero aún no escribía nada. Fue a finales de 2001 que comencé a escribirla y así pasé varios meses hasta que la terminé, creo que en 2002. Después me olvidé de ella por años, hasta que en 2006 decidí publicarla, por lo cual la revisé y aumenté diálogos y otras situaciones.

Tu novela me recuerda los textos de Castellanos Moya, al menos en tres características: narración trepidante, corta y de simbología sexual, especialmente con Baile con serpientes. ¿Qué piensas de este comentario?

Confieso que no soy un gran lector. De Castellanos Moya solamente he leído El Asco y me pareció una buena crítica a la idiosincrasia salvadoreña, pero ahora viviendo en Los Angeles, no creo que seamos tan terribles como nos describe él.
Me ha gustado siempre la narración trepidante como decís, porque soy lo mismo para leer, me gusta que el muerto está es las primeras líneas y que siempre haya acción. No me gustan mucho los párrafos que se desvanecen en los aires, pienso que esta técnica sólo sirve para engrosar el número de páginas y que si te los pasás por alto, la lectura no pierde sentido. La simbología sexual no fue intencional, algo no planeado pero que al comenzar a escribir vi que era algo ineludible a tomar en cuenta, porque el punto de partida de la narración es el sexo. Siempre he pensado que las personas, en especial, los hombres, hacen cosas estúpidas en busca de la satisfacción sexual.

¿Cuáles fueron tus expectativas cuando la escribiste y qué fue en verdad lo que te dio este libro en la búsqueda como escritor?

Sólo para Damas nunca fue escrita para publicarse, yo siempre he escrito para satisfacer una necesidad interna. Esto es algo que quizá sólo los artistas (perdón por ser tan atrevido) pueden comprender y es que tenemos algo en nuestra cabeza que deseamos reproducir y si no lo hacemos, creo que viviríamos muy frustrados. Cuando no había computadoras tan accesibles como ahora, yo escribía en un cuaderno de esos gruesos. Aún lo tengo guardado con apuntes y comienzos de otros cuentos que jamás terminé. Escribir para mí ha sido como una compulsión, una forma de liberarme del estrés y las frustraciones de la vida.
Sobre la novela, al principio el plan era un cuento y por eso es que la narración es agitada, porque pretendía escribir una historia corta, quizá de 20 páginas como otros cuentos que he hecho, pero de pronto, cuando terminé la primera parte, me di cuenta que era una historia inconclusa, pues finaliza el primer capítulo con los tres personajes en el sofá después de una relación sexual ¿Y después qué pasa?, me pregunté. Y entonces continué con los otros cuatro capítulos. Ya un amigo me había dicho que más parecía un cuento largo, y yo estoy de acuerdo, aparte de eso, sobre qué tamaño debe de tener una novela o un cuento, nadie se pone de acuerdo y suelen confundirse a veces los dos géneros, por ejemplo, volvamos al amigo Castellanos Moya y El Asco ¿es una novela o una narración extensa?
Por otra parte, nunca tuve grandes expectativas con la novela, quizá solamente enviarla a un concurso nacional, como los juegos florales, pero pasado el tiempo, una vez yendo a mi trabajo, de pronto me sentí miserablemente mortal, efímero, pasajero, sin importancia. Se me vino una preocupación existencial sobre que mi paso por la vida sería como la de otras muchas personas: moriría y después de algún tiempo nadie me recordaría. En ese momento decidí publicarla por mis propios medios, pues ya había perdido la fe en ganar algún concurso literario, fue una decisión casi arrebatada porque al siguiente día estaba en el ex Banco Salvadoreño haciendo el trámite para el préstamo de mil dólares para financiar la impresión.

¿Cómo valoras el periodismo cultural en El Salvador y qué acogida tuvo tu trabajo en los medios?

El periodismo cultural es bien pobre, tal parece que El Salvador no produce cultura. Las páginas culturales de algunos periódicos se dedican a veces a publicar información de otros países y prefieren “marcas” reconocidas. Sí existe periodismo, pero igual que en muchos aspectos de la vida nacional, también existe el elitismo y el amiguismo. En verdad creo que hay poca investigación en este ámbito, pero también mucha culpa la han tenido los gobiernos anteriores. Aún le estoy dando el beneficio de la duda al actual. La cultura es un bien nacional que debe ser promocionado desde el Estado, pero en los años anteriores, las administraciones poco hicieron en esta misión.
En mi caso, yo contaba con la fortuna de ser periodista y cuando decidí publicar mi libro, recurrí a la gente que ya conocía, aparte de eso, tuve la suerte también de estar en la era de la informática y usé la Internet para promocionarme. Se publicaron notas en algunos periódicos, pero no era lo que alguien esperaría, sin embargo de algo a nada hay una gran diferencia.

No todos los escritores acuden a las tentaciones de calificar su obra. ¿En qué género la sitúas tú, si es que eres de los que lo hacen?

Pues es cierto lo que decís, porque creo que el escritor nunca predice cómo se clasificará lo que escribe, eso es tarea de bibliotecarios. Yo la califiqué como una novela policiaca, pero una vez se la llevé a un profesor de literatura de la Universidad del El Salvador de la zona oriental, cuyo nombre no recuerdo en este momento, quien la clasificó como novela negra. Yo nunca lo habría imaginado, pero no es algo que me moleste, porque como te repito, uno nunca suele decir que tal o cual escrito será de tal o cual género. Es cierto que uno escribe desde alguna perspectiva, pero el resultado final puede cambiar, porque a veces tus escritos toman vida propia y se niegan a ajustarse a ciertos cánones que uno desea observar.

¿Cómo se afecta tu condición de escritor viviendo fuera de tú país. Especialmente porque vives en el lugar con el mayor número de inmigrantes ilegales en todo el mundo y ahora nos encontramos en el año de la esperada reforma migratoria integral?

Es decepcionante, los latinos no leen. Y antes pensaba que era un mal propio de los salvadoreños, pero no, es generalizado en Latinoamérica. Y es que el gusto por la lectura es una cuestión de educación que se te cultiva desde la niñez. Yo me fijo en los buses acá en Los Angeles: van 40 latinos, 20 chinos y diez gabachos (como se les llama acá a los estadounidenses blancos). De todos, sólo los blancos van leyendo un libro, los chinos van platicando y los latinos con sus Ipods, escuchando música. Eso de los Ipods está creando la siguiente generación de sordos en este país. Acá es poco alentador para las letras castellanas. Las publicaciones en español son muy pocas, comparada con la cantidad de gente de habla hispana que vive. Las falencias que se observan en la comunidad latina es un reflejo de los fracasados sistemas educativos de la región, pero también, refleja los valores familiares con los cuales ha crecido toda esta gente, si venís por acá te vas a sorprender de cantidad de telenovelas que pasan en los canales latinos, son culebrones con actuaciones muy pobres e historias bastante estúpidas y trilladas, pero tal parece que a los latinos les encanta perder el tiempo viendo eso.
En cuanto a la inmigración, todos hablan de ella, y hay grandes esperanzas dentro de la comunidad. Aparte de eso, la reforma es algo que se debe de hacer, pero las implicaciones políticas son muchas y por eso, aún cuando los políticos se desvivan diciendo que luchan por ella, las cosas van a paso de tortuga. Me acuerdo que Obama había prometido una propuesta para septiembre anterior y lo hizo (no me acuerdo si en ese fecha) pero igual que en El Salvador, es un proyecto que duerme el sueño de los justos. Una cosa es bien clara: a esta gente no la pueden echar, es demasiada y está muy enquistada en la producción del país. Si un día desaparecieran los ilegales, este país tendría una grave crisis económica. Ahora, viviendo acá, me he dado cuenta que los latinos son los nuevos esclavos del sistema económico de Estados Unidos: se les paga poco y se obtiene mucho de ellos, en especial, productos y servicios muy baratos.

¿Cuáles son tus proyectos literarios de la actualidad?

Por el momento no tengo ningún proyecto, quizá lo que ocupa la mente en estos momentos en conseguirme un mejor trabajo y en especial, uno que se acerque a lo que me gusta: escribir, pero como repito, las publicaciones en español son muy pocas y el mercado está saturado. Tengo poco de vivir en esta ciudad y en lo que más me esfuerzo es en aprender el inglés, acá nadie tiene éxito sino aprende el idioma local. Estoy yendo a la escuela pero no la encuentro suficiente para mis expectativas. Por otro lado, espero algún día publicar mis cuentos, tengo unos 30 ya terminados y una cantidad similar inconclusos, por el momento he colgado algunos en un blog mío que se llama http://mariomartinezletras.blogspot.com.

Dime al menos el nombre de tres escritores y sus obras que te han marcado en el oficio. 
En bachillerato descubrí a Edgar Allan Poe, me encantó. Me sentí identificado con él, sentí que me parecía a él y sus gustos: los ambientes lúgubres, las sombras, la humedad, las tinieblas, el misterio que guardan las cosas y su forma de contar sus cuentos. Me gustó la perspectiva de la primera persona. Mis cuentos siempre los escribo en primera persona.
Resulta que Allan Poe siempre era testigo o protagonista de sus narraciones y yo adopté esa técnica: siempre soy yo el loco o el asesino. En Sólo para Damas no usé esa perspectiva por razones obvias.
Luego Roque Dalton. Éste me influyó mucho en ser desenfadado y malcriado, en no guardarme sentimientos por no parecer vulgar, poco letrado o estar atentando contra el buen gusto y las buenas costumbres. Dalton me enseñó que nada está escrito sobre piedra y que lo que es malo ahora, mañana será bueno, o por lo menos se entenderá el momento en que escribió. Decir “viejoemierda” o "hijos de putas" no atenta en nada contra la estética, si se coloca en el contexto justo. Aparte de eso, me gustó su enfoque irreverente y subversivo de sus escritos o poemas. El sólo hecho de calificar poemas a sus poemas es pasar por alto las reglas de la métrica, pero ¿a quién le importa eso?
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, fue un libro que leí ya de viejo. Lo había pospuesto porque atrevidamente creí que no era importante. Pero, cuando se cumplieron los 400 años de la novela, me interesé y la leí. Bueno, ahí aprendí otras cosas, en especial, a no ser pretensioso cuando se escribe y que el escritor tiene licencia para hacer lo que quiera, por supuesto, guardando algunos parámetros que hagan la lectura verosímil. Esa forma sencilla de escribir me influyó mucho también.

¿En dónde se centra el huracán de Solo para damas, desde tu perspectiva?

La primera intención de la novela fue qué hacer con un cadáver y cómo se deterioraba la amistad de los personajes. Incluso pretendí en que se mataran mutuamente, pero eso es como muy de película “western”. Lo sexual, como repito, no es el centro de la temática, pero al final, parece que sí. Cuando se pasa al segundo capítulo, el sexo queda a un lado, y el punto central sigue siendo un cadáver. El tercer capítulo sigue con un aparente trasfondo sexual, pero sigue siendo el problema del cadáver, que es usado por Antonieta como divisa para chantajear a Nathan y Richard. El cuarto y quinto capítulo se centran en la posible solución del misterio del cadáver, pero con nuevos componentes, como es la conspiración para encubrir la verdad que ronda sobre el cadáver. Todo lo demás pienso que fue saliendo según se iba desarrollando la narración: los personajes, la conspiración, las pinceladas de la historia reciente de El Salvador y con personajes que se podría adivinar quiénes son.

¿Dónde pueden los lectores adquirir tu obra?

El libro lo coloqué en las librerías La Casita, La Ceiba y en Los Tacos de Paco. No sé si aún quedan ejemplares. Para ser un esfuerzo propio creo que el libro tuvo buena aceptación pues he recibido buenas críticas de parte de las personas que lo han leído. Una opinión constante es que la lectura los atrapa desde las primeras páginas y que se han sentido con mucha curiosidad para saber cómo termina. Esa era quizá mi intención desde el principio: quitarle la respiración al lector, apoderarme de su mente.

domingo, 24 de enero de 2010

Sólo para Damas, análisis

A continuación un análsis que el escritor salvadoreño Berne Ayala escribió acerca de mi novela. Creo que no había mencionado antes en este sitio que he publicado una novela titulada Sólo para Damas.
Berne publica originalmente este comentario en su página web: Expedición Americana. La pueden visitar haciendo clic en el enlace.




Berne Ayala
   Los gatos suelen ser personajes recurrentes de las narraciones misteriosas o policiales, su movimiento sibilante, su gemido o tan solo su referencia es suficiente para imaginar la oscuridad de la condición humana. Uno de los más legendarios es aquel asqueroso animal al que su amo le saca un ojo, quien luego con paciencia espera la hora de vengarse, hasta que, en efecto, llega el momento oportuno, cuando se queda atrapado en la tumba de la mujer asesinada por su mismo amo. Un gemido endiablado desde la oscuridad será la campanada para entregarlo a la policía. Hablamos de Gato Negro de Edgar Alan Poe.
   Por supuesto que la narración que nos ocupa no pertenece, quizá, al género misterioso, salvo que consideremos que en todo crimen hay siempre un misterio que no pueden solucionar los mecanismos de la ciencia forense, pues el crimen en su esencia es algo que solo cabe en la cabeza siempre incomprensible y perversa del ser humano. El crimen es tema central en el libro Solo para damas, del escritor salvadoreño Mario Martínez Alfaro.
   Y el crimen siempre está conectado con la culpa, sea esta evadida o asumida. La confusión moral de Richard y Nathan, protagonistas de la narración, expresa ese rasgo heredado de la cultura occidental, la necesidad del animal de recrear la fantasía en el territorio sexual que desde la antigüedad ha estado asociado con el crimen. La fantasía sigue floreciendo en su cabeza aún después de la muerte, que, en nuestro caso es demencialmente confusa precisamente por la estupidez que dirige las vidas de los protagonistas.
   En la cultura jurídica hay una categoría central al momento de investigar un crimen intencional, el móvil. Los problemas surgen cuando los especialistas intentan descifrar los recovecos de los hechos para cerciorarse de forma inequívoca si es que hay intención o solo se trata de un accidente. Pero por mucho que los abogados y forenses se esfuercen por descifrar los acontecimientos muy difícilmente podrán comprender cómo es que alguien puede sentirse un criminal sin serlo, o viceversa, o lo que es peor, llegar a serlo sin proponérselo. Ahí está una de las claves psicológicas de Solo para damas.
   El sexo bajo el juicio de la “solterona Antonieta” se vuelve perverso, una mujer repugnante, quizá porque encierra uno de los patrones de conducta que entronizan la esquizofrenia de la moral burguesa. Los prejuicios y la soledad caldean los ánimos pendencieros. Es el momento de sacrificar sus creencias hipócritas a través de los túneles insondables de la sexualidad.
   Solo para damas se me antoja como un trabajo previo para un guión de cortometraje. La secuencia y la trepidación verbal sugieren la confusión de unos hechos que de momento nos parecen bastante conocidos, absurdos como verosímiles. La fotografía, las sombras de los gatos, el rostro perverso de Antonieta, el dorso desnudo de aquella mujer que duerme en una cama para siempre, la tierra negra del jardín. Una habitación es suficiente para poner las luces y las cámaras. El resto se verá desde la ventana: los policías de reparto y la sociedad que se pudre en las entrañas de los poderes estructurales, el instante de implantar pruebas, de crear responsables, en el que toma vida, en las manos de los hombres, el poder real.
   En Solo para damas hay un crimen mayor, el de la espuria mentalidad de los que dirigen las estructuras del poder. Como se sabe, en criminología, hay una tesis esencial que describe a fondo el modelo punitivo de nuestras sociedades: la invención legal del crimen. Pero también, y más allá de la descripción gramatical que subyace en la ley, hay un momento en el que nace el crimen, mucho más impenetrable, la sinrazón.
   ¿Es posible vivir en las páginas de un chantaje que sirve de móvil a un crimen? Lo que propicia que hechos atiborrados de incoherencias se vayan enquistando en un expediente policial es el otro rostro de la historia: el de las invenciones de los sistemas policiales de nuestros países, que siguen teniendo como base de su trabajo la ignorancia y el fraude como únicos mecanismos para reproducir los males de nuestras sociedades, heredados por la mentira de la inquisición religiosa.
   En esta historia hay una frase que lo resume todo: “Dos supermachos te prometen una noche sin igual. Dile adiós al aburrimiento. Solo damas.” En ese anuncio de periódico se esconde el rostro del payaso que todos somos y la pregunta que al final los lectores nos hacemos: ¿Quién engaña a quién?